Sergi Vergé, licenciado en filología hispánica que, sin embargo, trabaja como asesor inmobiliario en un municipio de Tarragona. Es un apasionado de su trabajo, que se ha preocupado por demostrarlo con todas las herramientas que ha tenido a su alcance.

Sergi Vergé se adentró en el sector inmobiliario de casualidad pues, en principio, sus estudios diferían mucho del mundo de la vivienda. “Yo soy de un pueblo de costa de Calafell (Tarragona) y nosotros en verano trabajamos y en invierno estudiábamos. Trabajé en un montón de lugares de trato al público y a finales del año 98 estaba trabajando en uno de los mejores restaurantes del lugar y estudiando Filología Hispánica”.

“Un día mi madre me dijo que un hombre que tenía una inmobiliaria quería hablar conmigo y me ofreció trabajo, y como no tenía muy claro cuál iba a ser mi futuro, le dije que iba a probar. Aquel señor fue claro y conciso: si vendía un piso al mes justificaba su lugar de trabajo, si vendía dos estaba muy bien, y si vendía más de dos al mes, sería un “crack”. Le dije que si le parecía bien iría a trabajar en noviembre y si vendía más de dos pisos me quedaría y si no me volvería al restaurante, porque allí ya era un crack”.

Ese mes Sergi vendió cuatro casas en su pueblo, por lo que tuvo que hacer honor a sus palabras y se quedó trabajando en la inmobiliaria.

Cinco años más tarde, Sergi pasó a trabajar en la compañía ImmoBan donde ahora cuenta con un pequeño equipo a su cargo y donde ha logrado hacer de su pasión su trabajo.